miércoles, 4 de noviembre de 2020

¿Somos distintos por ser músicos? Parte 1



Saludos amigos, deje de escribir unas semanas pero ya estoy devuelta, para traerles un extracto de un tema apasionante. Se trata de un estudio que gira en torno a investigar la personalidad del músico, cómo afecta el estudio de la música a la persona y qué relación mantiene con dicha actividad.

Quien realizo este estudio y lo plasmo en varios libros fue el renombrado psicólogo Guillermo Dalia, todo un referente en la psicología de los músicos y del que recomiendo enormemente si te encanta la literatura acerca de autoconocimiento, en este caso especializada en nuestra profesión. Guillermo es un excelente profesional que ha enfocado su labor como psicólogo clínico en atender los problemas que los músicos pueden desarrollar. Comenzó con el estudio de la psicología del músico, después trató en profundidad la ansiedad escénica, nos dio pautas para convertirnos en músicos felices y en esta publicación se centra en la relación especial que el músico adquiere con la música y sus posibles efectos adversos en la vida del músico.

La relación que se establece entre el músico y la actividad musical es muy potente por los efectos que la música provoca en las personas. Una buena relación con la música no interferirá en las sensaciones de  plenitud y autorealizción que la música provoca pero debido a las particularidades que tiene tanto el estudio como la profesión es necesario vigilar que la música no se convierta en el centro de la existencia y desplace otros aspectos para llevar una vida sana y equilibrada. 

La pregunta a resolver será entonces "¿Somos distintos por ser músicos?"

"Pues sí, bastante, y por el hecho de ejercer esta profesión, por ser músicos, aunque esto no es una circunstancia exclusiva de los músicos. El desarrollo de una actividad genera actitudes y cualidades propias en las personas que lo llevan a cabo, así, también podemos afirmar que otros profesionales son distintos a los demás; los bomberos, médicos, o asistentes sociales son distintos entre ellos por el desarrollo de sus cometidos. 

Así, si realizamos estudios comparativos entre músicos y no músicos podemos descubrir aquello que diferencia a unos y otros y, por lo tanto, las características que más se asemejan entre los que participan de la misma profesión. De entre las particularidades, vamos a resaltar aquellas que pueden dificultar el objetivo que nos temamos en el título del libro, el de poder ser felices siendo músicos. De ellas destacan el individualismo, la competitividad, el pensamiento tónico, la crítica-autocrítica y el divismo. 

• El individualismo: el músico suele ser muy individualista sea cual sea labor que desempeñe. Bien como profesor de música o como integrante de una orquesta, no existen diferencias en este aspecto: el halo de la individualidad planea todos ellos. No se pretende decir con esto que sean seres solitarios y aislados, y que se deriven de ello problemas sociales y personales, sino que la relación que se tiene con el instrumento es tal que se forma un "todo uno" entre los dos se teje de todo un pequeño caparazón, en ocasiones un tanto impermeable, un pequeño aislamiento de todo lo demás. También podemos ver esta circunstancia un en colectivo la dificultad que existe entre los músicos de agruparse y sentirse miembros de un colectivo unificado y reconocido. Claro que se dan muchas y buenas relaciones personales entre colegas, pero profesionalmente el desarrollo de la actividad marca una manera de ser individual. 



• La competitividad: existe un fuerte sentimiento de competitividad entre los músicos, entre ellos se perciben simultáneamente como colegas y como rivales. Por muy buenas relaciones que se lleven entre colegas, es difícil olvidar que van a ser "competidores" en las próximas oposiciones que concurran para conseguir una plaza, un puesto de trabajo. Pero, aunque ya se tenga el trabajo, entre profesionales ocurre lo mismo, existe un afán de progresar, avanzar que, en principio, es muy positivo, si no se viera condicionado por la necesidad que surge, ocasionalmente, de 'hacerlo ver" a los demás, dejar constancia de lo alcanzado. Y no sólo entre colegas, sino que también se compite con uno mismo, incluso como se ha comentado ya, en los estudios solitarios de casa aparece una exigencia de hacerlo bien que suele resultar excesiva. 

• El pensamiento dicotómico: una de las ideas irracionales que más pronto aparece en los estudiantes de música, y que luego va a continuar existiendo en el músico, es el pensamiento dicotómico; esto es, el ver una parte de la realidad en dos extremos: o blanco o negro, o el concierto ha salido bien o mal, o soy buen músico o malo. Este tipo de pensamiento provoca que la persona sea incapaz de advertir y darse cuenta de los matices, del continuo que existe entre dos extremos, en definitiva, de relativizar cualquier situación. Es muy frecuente que aparezca cuando se evalúa un concierto o audición que se ha concluido, o ante el futuro profesional que se espera. La mayoría de las veces el pensamiento irracional se puede detectar; podemos ser conscientes de su existencia, pues es el modo en el que pensamos o incluso hablamos, pero en otras ocasiones no ocurre esto y el pensamiento no aparece, aunque exista y esté causando padecimiento. La forma en que se manifiestan alguno de ellos es: "el concierto ha sido un desastre", "todo ha salido mal", "seguro que meto la pata", "todos verán lo nervioso que estoy", etc. 



• La crítica y la autocrítica: algunas de las características que se están nombrando se solapan entre ellas, como por ejemplo ésta; los músicos son muy críticos con todo lo relacionado con su quehacer. En la mayoría de las ocasiones no son críticas que se realizan negativamente sin más, pero es muy frecuente que un músico oyente, cuando forma parte de la audiencia esté más pendiente de detectar el posible error, de cómo Io hace su colega (bien o mal) que de disfrutar del concierto dejándose llevar y olvidando esa evaluación constante que siempre se activa ante cualquier interpretación. También este proceso se vuelve hacia ellos mismos a través de la autocrítica, que va más allá de una evaluación necesaria para progresar y mejorar en los estudios, y se vuelve, en ocasiones, un aspecto casi obsesivo, no tolerando el cometer errores incluso en ensayos individuales y privados. 

• El divismo: si las anteriores facetas son fácilmente detectables en uno mismo, seguramente esta característica no lo sea tanto. Será más fácil que pueda ser percibida por otras personas cercanas al músico. Es frecuente observar conductas extravagantes en famosos y famosas del mundo del arte, del espectáculo o del escenario. No escapan a estos comportamientos algo excéntricos algunos músicos prestigiosos, pero el divismo al que se hace aquí referencia no es tanto el que pueda estar en la base de estas conductas sino más bien el que refleja una actitud de sentirse especial, de alguna manera superior por interpretar o tener un puesto de trabajo en esta o aquella orquesta. Tampoco está distribuida por igual esta faceta, por ejemplo, posiblemente la veamos más en directores de orquestas que en profesores de percusión o de instrumentos tradicionales. Estas características anteriores contribuyen a configurar quizá la cualidad más conocida y que aglutina o resume a todas ellas: el músico suele ser una persona perfeccionista y, como estamos viendo, en ocasiones este perfeccionismo sobrepasa el ámbito musical y se manifiesta en ámbitos personales. Por supuesto que a todas las personas nos gustan las cosas bien hechas, Io correcto, pero toleramos bien que esto no ocurra y no lo perseguimos tanto."

Extracto del libro de Guillermo Dalia, Musixorexia "La adicción de los músicos a la actividad musical."   






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