martes, 17 de noviembre de 2020

GUITARRAS LEGENDARIAS : GIBSON ES335


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En 1958. Gibson presentó la ES335. un modelo que combinaba eficazmente la guitarra de caja con la maciza. Aunque parecía una guitarra de media caja hueca. en realidad, la caja estaba atravesada por un bloque macizo de madera. Además. y por primera vez, presentaba un par de recortes simétricos a los lados del mástil.


Los guitarristas que tocaban electro-acústicas normales. de caja hueca, a mucho volumen. sufrían frecuentes problemas de acoples. El acople se produce cuando las pastillas de la guitarra captan su propio sonido al salir de los altavoces y lo vuelven a introducir en el sistema. creando un desagradable pitido.

la 335 «semiacústica» producía un sonido profundo, similar al de las guitarras de caja hueca, pero. gracias a su bloque central. era mucho menos propensa a provocar acoples al tocarse a mucho volumen. Muchos músicos entre ellos, los guitarristas de jazz-rock Larry Carlton y Allan Holdsworth acogieron con alegría el nuevo modelo. que combinaba las ventajas de las guitarras de jazz de caja hueca y las guitarras de rock de cuerpo macizo.

GIBSON ES355

A finales de cincuenta. poco después de aparecer el nuevo modelo FOS335 con su eficaz combinación de las mejores características de las guitarras huecas y macizas. Gibson presento otros dos modelos muy similares, la ES345 y la EXR33. Estas hermanas de la ES335 tenían la misma forma de caja. con recortes simétricos. y llevaban también un bloque macizo de madera que atravesaba la caja de parte a parte y le confería algunas de las cualidades de las guitarras eléctricas de cuerpo macizo. con un peso más ligero. Tanto la 345 como la 355 iban equipadas con cableado estéreo y un selector especial de seis vías, llamado Vari-tone. Este circuito para alterar el tono era un invento de Walt Fuller, experto en pastillas de la casa Gibson, pero no fue bien acogido por los músicos. Desde entonces, muchas 345 y 355 han sido transformadas, para retirar el cableado y el Vari -tone e instalar un cableado normal.





jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Somos distintos por ser músicos? Parte 2



Seguimos con la segunda parte de este interesante estudio de Guillermo Dalia. Esta vez abordando brevemente la diferenciación que hace acerca de los tipos de músicos de acuerdo al instrumento que tocan. Si no leíste el articulo anterior aquí el link: ¿Somos distintos por ser músicos? Parte 1

¿Entre nosotros somos distintos?

Cuando hablamos de ser igual o ser distintos no nos referimos a serlo en la totalidad de la persona sino a algunas reacciones propias que los hombres y mujeres tenemos cuando nos enfrentamos a las vicisitudes de la vida, al modo a cómo nos comportamos ante las circunstancias que nos acontecen en nuestro día a día.

No todos los músicos son iguales por el hecho de compartir unos mismos estudios y una misma profesión, existe un factor determinante que va a diferenciar de manera significativa a los músicos, mejor dicho, a la manera que tienen de mostrarse ante los demás, no es el lugar de nacimiento, ni el clima, ni los estudios ni siquiera el compartir el mismo trabajo: el factor que determina la diferencia es el tipo de instrumento. Podemos incluso decir que hay más parecido entre un trompetista de Valencia y uno de Galicia que entre cada uno de ellos y un compañero ciudad o más semejanza entre ellos que entre dos hermanos músicos, uno trompetista y otro guitarrista.

De todas las características que podríamos traer a colación para distinguir. unos instrumentistas de otros, hay una predominante y que además suele ser perceptibles por cualquier persona: el continuo entre extraversión-introversión. Sin entrar en consideraciones técnicas podríamos entender que una persona extrovertida es aquella que muestra en su carácter una manera de comportarse que solemos describir como "abierta", que posee habilidades sociales para comunicarse con sus conocidos, que sabe expresar sus sentimientos y comunicar a los demás cualquier opinión. 



Además, es una persona que está a gusto en situaciones sociales y por lo tanto frecuenta los contactos de otras personas, lo que solemos una persona entender por una persona sociable. Por lo contrario, podemos entender una persona introvertida aquella que se muestra reservada a la hora de relacionarse con los demás, sobre todo en situaciones donde hay que expresar sentimientos propios. Las personas con una conducta introvertida suelen mostrarse incómodas todo cuando son o pueden ser centro de atención. Uno de los círculos cerrados de los que participan hace referencia precisamente a las relaciones sociales: como no las suelen ejercer, no practican hábitos propios de estas situaciones (saludar, iniciar una conversación, expresar un agradecimiento o una opinión contraria, aceptar una crítica, etc.); al no practicarlos, cuando se ven en la tesitura e intentan interactuar con los demás muestran un comportamiento que les parece algo extraño y esto les incomoda. Esta sensación molesta provoca en muchas ocasiones que realmente se muestren de una manera nerviosa, cuestión que provocará un malestar suficiente como para intentar evitar la próxima situación parecida. Y el proceso vuelve a empezar.

En muchas ocasiones, las investigaciones en psicología o sociología vienen a corroborar lo que percibimos en el día a día y éste es un buen ejemplo. Existen algunos estudios realizados entre músicos que revelan donde están los músicos en este continuo de introversión-extraversión según sus instrumentos, pero como indico la mejor manera de conocer esta realidad es el contacto con ellos y observar algunas de las características que estamos describiendo.



Los intérpretes más extravertidos son los trompetistas, seguidos por todos los intérpretes de "metal" o "viento", les siguen de cerca los percusionistas, después "las cuerdas" ya en el lado de la introversión, hasta llegar a violines, pero más hacia el extremo aún, en el punto opuesto, se encuentran los guitarristas, son éstos tos intérpretes más introvertidos. Aunque existe todavía una labor profesional, no instrumental, relacionada con la música que se encuentra en el extremo de introversión: los compositores.
Pero como se indicaba, aparte de tos resultados de algún estudio, es el contacto con ellos el que ofrece la prueba más evidente de esta realidad. Por supuesto que podemos encontrar a guitarristas extravertidos y temidos trompetistas (conozco varios casos de uno y otro ejemplo), aunque es mucho más frecuente lo contrario. En los cursos que imparto, es curioso observar estas diferencias dependiendo del departamento que lo organice, dependiendo del instrumento. Posiblemente sea un rasgo de mi formación profesional el no poder dejar de atender a esta cuestión, pero son modos de comportarse tan distintos que, tal vez, al observarlos por separado, es cuando afloran mas fácilmente las diferencias. Los profesores de guitarra suelen mostrarse íntimos, reservados y atentos a cualquier solicitud que se les formule, cuidadosos del más mínimo detalle, con una discreta cautela. Me gusta mucho comentar las distintas maneras que tienen los diferentes músicos de relacionarse conmigo en situaciones corrientes y cotidianas (y que creo que son significativas). 

En los descansos de algún curso organizado por un profesor de guitarra, al tomar café, es típico estar junto a él esperando a que pida las consumiciones de ambos por bastante tiempo, es necesario para que el camarero o camarera reconozca su tímido volumen de voz de entre todas las demás, después de que algunas personas se nos adelanten en el turno y de haber solicitado su atención con varios intentos elevando con tímida firmeza el dedo índice. Este proceso se acentúa bastante si estamos con un concertista. Con los profesores de trompeta o de percusión la misma situación se torna distinta, más rápida, pues suelen ser oídos a la primera, con la misma amabilidad y educación, pero con más firmeza; en cierto modo, parece que tomen el timbre, pero sobre todo el volumen y la actitud de sus instrumentos.

También hay que señalar que esta diferencia apunta solamente a una característica personal de las numerosas maneras de comportarse que poseemos, y que esta diferenciación viene causada, tamizada por el hecho de tocar uno u otro instrumento. Por supuesto que existen más motivos aparte de los musicales que influyen en el modo de ser de una persona, los derivados de la educación que se ha obtenido a lo largo de la vida, del aprendizaje, de la cultura que se adquiere en el ámbito familiar y social, etc.



Hay también una distinción entre músicos según su instrumento que es muy chocante, no es tan perceptible como la anterior, pero se manifiesta esporádicamente en actitudes curiosas. Esta diferenciación se basa en la percepción de una jerarquía según el instrumento, es como si existieran distintas castas o clases sociales: aristocracia, nobleza, plebe y proletariado. "Los pianistas nos ven como si fuésemos inferiores”... Y no sólo los pianistas, existen unos cuantos instrumentos que parecen de la aristocracia musical y otros, de la plebe. Evidentemente hay razones para que esto ocurra, no es más que el resultado del desarrollo histórico de cada instrumento y su proceso evolutivo en relación al contexto social. Lo sorprendente es que en el día de hoy todavía se manifieste esta peculiaridad."

Libro MUSICOREXIA de Guillermo Dalia

miércoles, 4 de noviembre de 2020

¿Somos distintos por ser músicos? Parte 1



Saludos amigos, deje de escribir unas semanas pero ya estoy devuelta, para traerles un extracto de un tema apasionante. Se trata de un estudio que gira en torno a investigar la personalidad del músico, cómo afecta el estudio de la música a la persona y qué relación mantiene con dicha actividad.

Quien realizo este estudio y lo plasmo en varios libros fue el renombrado psicólogo Guillermo Dalia, todo un referente en la psicología de los músicos y del que recomiendo enormemente si te encanta la literatura acerca de autoconocimiento, en este caso especializada en nuestra profesión. Guillermo es un excelente profesional que ha enfocado su labor como psicólogo clínico en atender los problemas que los músicos pueden desarrollar. Comenzó con el estudio de la psicología del músico, después trató en profundidad la ansiedad escénica, nos dio pautas para convertirnos en músicos felices y en esta publicación se centra en la relación especial que el músico adquiere con la música y sus posibles efectos adversos en la vida del músico.

La relación que se establece entre el músico y la actividad musical es muy potente por los efectos que la música provoca en las personas. Una buena relación con la música no interferirá en las sensaciones de  plenitud y autorealizción que la música provoca pero debido a las particularidades que tiene tanto el estudio como la profesión es necesario vigilar que la música no se convierta en el centro de la existencia y desplace otros aspectos para llevar una vida sana y equilibrada. 

La pregunta a resolver será entonces "¿Somos distintos por ser músicos?"

"Pues sí, bastante, y por el hecho de ejercer esta profesión, por ser músicos, aunque esto no es una circunstancia exclusiva de los músicos. El desarrollo de una actividad genera actitudes y cualidades propias en las personas que lo llevan a cabo, así, también podemos afirmar que otros profesionales son distintos a los demás; los bomberos, médicos, o asistentes sociales son distintos entre ellos por el desarrollo de sus cometidos. 

Así, si realizamos estudios comparativos entre músicos y no músicos podemos descubrir aquello que diferencia a unos y otros y, por lo tanto, las características que más se asemejan entre los que participan de la misma profesión. De entre las particularidades, vamos a resaltar aquellas que pueden dificultar el objetivo que nos temamos en el título del libro, el de poder ser felices siendo músicos. De ellas destacan el individualismo, la competitividad, el pensamiento tónico, la crítica-autocrítica y el divismo. 

• El individualismo: el músico suele ser muy individualista sea cual sea labor que desempeñe. Bien como profesor de música o como integrante de una orquesta, no existen diferencias en este aspecto: el halo de la individualidad planea todos ellos. No se pretende decir con esto que sean seres solitarios y aislados, y que se deriven de ello problemas sociales y personales, sino que la relación que se tiene con el instrumento es tal que se forma un "todo uno" entre los dos se teje de todo un pequeño caparazón, en ocasiones un tanto impermeable, un pequeño aislamiento de todo lo demás. También podemos ver esta circunstancia un en colectivo la dificultad que existe entre los músicos de agruparse y sentirse miembros de un colectivo unificado y reconocido. Claro que se dan muchas y buenas relaciones personales entre colegas, pero profesionalmente el desarrollo de la actividad marca una manera de ser individual. 



• La competitividad: existe un fuerte sentimiento de competitividad entre los músicos, entre ellos se perciben simultáneamente como colegas y como rivales. Por muy buenas relaciones que se lleven entre colegas, es difícil olvidar que van a ser "competidores" en las próximas oposiciones que concurran para conseguir una plaza, un puesto de trabajo. Pero, aunque ya se tenga el trabajo, entre profesionales ocurre lo mismo, existe un afán de progresar, avanzar que, en principio, es muy positivo, si no se viera condicionado por la necesidad que surge, ocasionalmente, de 'hacerlo ver" a los demás, dejar constancia de lo alcanzado. Y no sólo entre colegas, sino que también se compite con uno mismo, incluso como se ha comentado ya, en los estudios solitarios de casa aparece una exigencia de hacerlo bien que suele resultar excesiva. 

• El pensamiento dicotómico: una de las ideas irracionales que más pronto aparece en los estudiantes de música, y que luego va a continuar existiendo en el músico, es el pensamiento dicotómico; esto es, el ver una parte de la realidad en dos extremos: o blanco o negro, o el concierto ha salido bien o mal, o soy buen músico o malo. Este tipo de pensamiento provoca que la persona sea incapaz de advertir y darse cuenta de los matices, del continuo que existe entre dos extremos, en definitiva, de relativizar cualquier situación. Es muy frecuente que aparezca cuando se evalúa un concierto o audición que se ha concluido, o ante el futuro profesional que se espera. La mayoría de las veces el pensamiento irracional se puede detectar; podemos ser conscientes de su existencia, pues es el modo en el que pensamos o incluso hablamos, pero en otras ocasiones no ocurre esto y el pensamiento no aparece, aunque exista y esté causando padecimiento. La forma en que se manifiestan alguno de ellos es: "el concierto ha sido un desastre", "todo ha salido mal", "seguro que meto la pata", "todos verán lo nervioso que estoy", etc. 



• La crítica y la autocrítica: algunas de las características que se están nombrando se solapan entre ellas, como por ejemplo ésta; los músicos son muy críticos con todo lo relacionado con su quehacer. En la mayoría de las ocasiones no son críticas que se realizan negativamente sin más, pero es muy frecuente que un músico oyente, cuando forma parte de la audiencia esté más pendiente de detectar el posible error, de cómo Io hace su colega (bien o mal) que de disfrutar del concierto dejándose llevar y olvidando esa evaluación constante que siempre se activa ante cualquier interpretación. También este proceso se vuelve hacia ellos mismos a través de la autocrítica, que va más allá de una evaluación necesaria para progresar y mejorar en los estudios, y se vuelve, en ocasiones, un aspecto casi obsesivo, no tolerando el cometer errores incluso en ensayos individuales y privados. 

• El divismo: si las anteriores facetas son fácilmente detectables en uno mismo, seguramente esta característica no lo sea tanto. Será más fácil que pueda ser percibida por otras personas cercanas al músico. Es frecuente observar conductas extravagantes en famosos y famosas del mundo del arte, del espectáculo o del escenario. No escapan a estos comportamientos algo excéntricos algunos músicos prestigiosos, pero el divismo al que se hace aquí referencia no es tanto el que pueda estar en la base de estas conductas sino más bien el que refleja una actitud de sentirse especial, de alguna manera superior por interpretar o tener un puesto de trabajo en esta o aquella orquesta. Tampoco está distribuida por igual esta faceta, por ejemplo, posiblemente la veamos más en directores de orquestas que en profesores de percusión o de instrumentos tradicionales. Estas características anteriores contribuyen a configurar quizá la cualidad más conocida y que aglutina o resume a todas ellas: el músico suele ser una persona perfeccionista y, como estamos viendo, en ocasiones este perfeccionismo sobrepasa el ámbito musical y se manifiesta en ámbitos personales. Por supuesto que a todas las personas nos gustan las cosas bien hechas, Io correcto, pero toleramos bien que esto no ocurra y no lo perseguimos tanto."

Extracto del libro de Guillermo Dalia, Musixorexia "La adicción de los músicos a la actividad musical."