viernes, 20 de abril de 2018

La fábula del duende y la tortuga (¿por qué se pierden las púas?) pt2


Toleo, el nombre de este humilde anciano Luthier, consternado y preocupado no podía cometer semejante crueldad de asesinar una tortuga para de ahí hacer púas, así que decidió hacerlas de la caparazón de una ya muerta, pero antes de fabricarlas pidió permiso a la madre naturaleza para así respetar el alma grupal de las tortugas. Así los "duendes" nunca aparecerían porque ellos solamente cuidan a aquellas que siguen con vida.



Las púas de las tortugas se hacen de la parte interna de la caparazón que son muy parecidas a las uñas de los dedos de los hombres, pero con una característica muy especial, que no raspa, no se agrieta y que posee una gama de colores como el arcoiris los cuales se reflejan al tocar las cuerdas.



Pasaron varios días de dedicación y trabajo para fabricar 12 púas, éstas de un valor incalculable y por cierto muy hermosas. Ya cuando el anciano Toleo terminó, mandó a llamar a Magnus, siempre con la preocupación de que este al ser un gran intérprete podría darse cuenta del sonido característico de estas exquisitas púas.




Ni bien se enteró este excéntrico guitarrista, se apareció en el taller y adentrándose en sus pensamientos obsesivos de obtener el mejor sonido del mundo, llegó a divisar en la mesa de trabajo de este maestro luthier doce hermosos y resplandecientes objetos... sabiendo ciertamente que eran las 12 púas que él había mandado crear.



"Está bien, anciano, voy a probar lo único que me falta para ser el  mejor de los guitarristas con el mejor sonido en el universo. Y si está acorde con mis cualidades, ¡te haré famoso!"



Este espigado músico cogió una de las púas y comenzó a ejecutar magistralmente el instrumento mientras diferentes luces de colores se desprendían de su virtuosa ejecución. Era un fascinante sonido; sin embargo, a medida que pasaban los segundos la cara de Magnus comenzaba a teñirse de enojo e incredulidad, y de un momento a otro se detuvo. 



"Anciano, tú me estás engañando. Este no es el sonido del que me han hablado ni el que esperaba. Cuéntame, y no me engañes, ¿has utilizado la caparazón de una tortuga recién muerta?"


Toleo rápidamente y con mucho miedo le contó lo que había hecho. Magnus desesperado se retiró de la casa y taller de este humilde luthier pateando todo lo que se encontraba a su paso y dando un portazo se fue maldiciendo todo.


Dice la historia que este guitarrista, cegado por su ambición, consiguió una tortuga y sin

miramientos intentó sacrificarla de diferentes formas. Primero quiso ahogarla mas al no funcionar trató de envenenarla. Dañándole severamente el estómago mas manteniéndose con vida, la atravesó con una lanza, y por último, cogiendo una gran roca, le reventó el caparazón, siendo la única forma después de tanto sufrimiento que acabara con la vida de tan noble y bello animal. Y cogiendo un pedazo de esta, sin ningún arrepentimiento, juró lo siguiente: "A partir de este momento seré siempre el líder de cualquier ensamble musical, todos reconocerán mis majestuosos solos de guitarra. Siempre en los escenarios estaré adelante, me llamarán maestro, virtuoso y mi nombre pasará a la historia."


En ese momento la escena era prácticamente perturbadora, el piso se encontraba lleno de sangre y restos de la tortuga y Magnus, en medio de este hedor a muerte, proclamándose como el gran virtuoso de todos los tiempos.

En eso se aparecieron muchos duendes quienes viendo y escuchando todo lo acontecido decidieron hacer un conjuro para que este guitarrista y todos los que osaran hacer lo mismo recordaran el respeto a la vida, a los demás, y a aquellos que trabajan humildemente en la música.




Pasaron varias décadas y nos enteramos que Magnus sufrió una terrible dolencia que aqueja a muchos guitarristas en el mundo de la cual nunca se recuperó, la tendinitis en la mano izquierda y el túnel carpiano en la mano derecha, y por si fuera poco, cada vez que ejecutaba el instrumento se rompían las cuerdas, sus púas se extraviaban continuamente y un sinfín de problemas días tras día. 

Magnus murió a la edad de 66 años y aunque nadie más se atrevió a utilizar la caparazón de tortugas.



A partir de allí, la maldición continúa hasta nuestros días haciéndose cada vez más intensa la pérdida de púas cuando estamos tocando la guitarra, cuando nos vamos a un concierto o simplemente cuando las buscamos, los duendes que existen a nuestro alrededor recuerdan el triste episodio de la tortuga confundiendo todas las púas de los guitarristas del mundo con la que fue hecha la de Magnus. Y ésta sigue generación tras generación impregnando a todos los guitarristas del mundo con la soberbia, la impaciencia, el hecho de siempre permanecer al frente de una banda en pleno espectáculo, lo ególatras que somos, y por supuesto, siempre buscando la púa que se perdió.


Moraleja: Si no quieres perder tu púa y que un duende se la lleve, que es casi seguro que lo hará, deberás ser humilde, responsable y tratar a todos por igual. Que es casi seguro que la persona que recogió algo tuyo te lo entregará. Si eres pedante y soberbio nadie te entregará lo que perdiste.

We rock!

¿Cómo hacer para que algo difícil se convierta en fácil?


Alguna vez un familiar aficionado a la música me dijo: "¿Por qué lo que tocas parece fácil, pero cuando tú lo quieres sacar es muy difícil?" En este artículo hablaremos acerca de esos pasajes difíciles (o canciones) y como superar esa valla, haciendo que lo complicado se convierta en sencillo al momento de tocar.

Canciones difíciles
Para todos los instrumentistas siempre es un reto sacar canciones que exijan un grado de dificultad, y para bien o mal, mostrarse a uno mismo y a los demás que eres un músico "completo". Aunque esto no defina que estamos desarrollándonos correctamente, sí es una oportunidad excelente para medir mis capacidades. Por ejemplo, una canción en rock "My sharona" para los bateristas principiantes o un "Master of puppets" para los guitarristas de nivel básico es todo un reto. Ni qué decir de los bajistas o tecladistas cuando se quieren sacar algo de rock progresivo.

Pues esto motivo hace poco a hacer un experimento que te invito a hacer y que estoy seguro que te dará resultados para ver qué tanta dedicación tienes. Este reto consiste en tratar de aprender algo en un mes dedicándole todos los días entre 15 a 30 minutos. Aquí las instrucciones:

1. Busca un tema con cierto grado de dificultad y que conscientemente sepas que puedes tocarlo pero que nunca lo hayas sacado.
2. Marca en tu calendario (para esto puedes poner el recordatorio en tu celular) el día que empezarás.
3. Todos los días durante un mes practica de 15 a 30 minutos.
4. Graba tus avances en el celular (puede ser audio o video).
5. Cada vez que te enfrentes a un pasaje difícil practícalo como si fuera un ejercicio.
6. Memoriza toda la obra o canción y después cuádrala con metrónomo (no antes).
7. Al término del mes escucha o mira todos tus avances, fíjate qué días no practicaste.

Al finalizar el mes escríbete a ti mismo una nota (puedes publicarla en tus redes sociales) de cómo te fue en la práctica, si es que tuviste resultados positivos o negativos. Aunque en este punto todo será positivo ya que te habrás dado cuenta dónde esta tu falla. En la mayoría de casos es porque no has practicado muchos de los días que deberías haberlo hecho. Y la segunda es porque te faltó más concentración. "te entretuviste en otras cosas".

Advertencia: Si no has hecho esta práctica, no puedes opinar. Si lo has hecho te darás cuenta que fue una excelente experiencia y que tras esta corregirás tus errores.

El tema que elegí yo es un tema de violín llamado "Guige" de Bach.

Saludos,
We rock!

PD. El video de esta experiencia lo puedes ver en mi canal de YouTube.

miércoles, 4 de abril de 2018

La fábula del duende y la tortuga (¿por qué se pierden las púas?)

Es bien sabido que las primeras púas en el mundo de la música para los instrumentos de cuerda se fabricaban del caparazón de tortuga. Y es entonces que aparece esta fábula que contaremos la cual explicará la razón por la cual a todos los guitarristas se nos pierde la púa.


Hace muchos, muchos años, había un guitarrista con fama de ser pedante y egoísta. Cada vez que tocaba la guitarra sorprendía con su gran dominio del instrumento tanto a principiantes como a colegas músicos de la época y ni qué decir del público que lo escuchaba, entre jóvenes y bellas damas. En su búsqueda de mejor sonido se enteró que las primeras púas eran fabricadas del caparazón de la tortuga. Es así como guiado por su avaricia emprendió la búsqueda desenfrenada de alguien que le podría hacer este objeto. 



Buscó y buscó por diferentes ciudades y pueblos hasta que encontró a un viejo artesano en un pequeño taller de luthería. Tocó la puerta y le habló:

“Soy uno de los más grandes guitarristas del continente, mi nombre es Magnus. He escuchado que tú fabricas púas del caparazón de la tortuga. Quiero que me hagas muchas y así volverme el mejor músico del mundo”.

El anciano levantó la mirada y con sus ojos brillantes, soltando una carcajada le dijo: 


“Ustedes los guitarristas, siempre soberbios, con pocos modales y siempre exaltándose. Pero vamos, tome asiento y le explicaré por qué razón ya no uso ese material”. El anciano que construía un instrumento viejo llamado laud, con sus manos ya trajinadas de tantos años de trabajo, reposó este hermoso instrumento en una mesa larga y continúo hablando:

“Estas púas son muy especiales, hacen que el sonido de las cuerdas hipnoticen al que lo escucha. Pero existe una condición para esto, la tortuga tiene que haber fallecido ese mismo día. Es así que nosotros dejamos de construir púas de su caparazón porque ellas tienen un alma grupal que las protege, tanto en los ríos, bosques y mares…”

Mientras el anciano luthier narraba esta historia, Magnus no comprendía nada de lo que le decía pues estaba cegado con la idea de obtener el mejor sonido del mundo. Es por eso que abruptamente interrumpió y dijo:

“Vamos abuelo, yo no creo en esas tonterías. Dime cuánto es y constrúyelas para mí. Ganarás fama porque soy muy conocido.” La expresión en el rostro del soberbio músico iba cambiando a medida que pasaban los segundos. La intolerancia e impaciencia contrastaban con su virtuosa técnica y ejecución.

Aquel hombre, escuchando al gran guitarrista, dijo:

“Su paciencia y larga vida con nosotros, los seres humanos, han permitido que podamos aprender muchas cosas de ellas. Es por eso que esta ALMA grupal las protege y un batallón de duendes las cuida en nuestro mundo. Cuando están amenazadas, nuestros ojos no pueden ver lo que estos pequeñines son capaces de hacer por ellas. Todas las púas que me mandes a fabricar se perderán e irán de vuelta al ALMA grupal gracias a estos duendes, quienes te plantarán la semilla invisible de la cólera. Algunas de estas púas se perderán en el camino, por eso las verás regadas en el piso, en el fregadero y en un sinfín de lugares que nunca te hubieses imaginado haciendo aumentar tu frustración y enojo. Haciéndote perder el tiempo en vez de ejecutar la guitarra.” El anciano continuó y con una sonrisa muy amable miró a Magnus. Sin embargo, este tanto insistió e insistió que el viejo luthier aceptó el encargo.

Continuará.