En nuestra sociedad, los artistas y los oradores desempeñan un papel destacado, cautivando a multitudes con su música o sus palabras elocuentes. Sin embargo, ¿Qué impulsa realmente la admiración que despiertan? ¿Es la habilidad individual del artista o del orador lo que atrae al público, o hay algo más profundo en juego? En este contexto, es relevante explorar estas cuestiones desde las perspectivas de la psicología y la sociedad. En lugar de centrarnos únicamente en la figura del artista o el orador, debemos examinar la dinámica de la conexión entre ellos y el público, y cómo esta relación puede ir más allá de una simple admiración superficial.
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Es esencial comprender que tanto los artistas como los oradores pueden caer en la ilusión de creer que el público los admira exclusivamente por su presencia o habilidades individuales. Sin embargo, lo más significativo radica en reconocer que el valor principal en ambos casos reside en el contenido que comparten, ya sea a través de la música o de las palabras provenientes de otros conocedores.
Tanto los artistas como los oradores buscan la admiración y el reconocimiento de su audiencia. Sin embargo, es fundamental recordar que su papel principal es actuar como mediadores entre el conocimiento, las emociones y el público. Los artistas transmiten su mensaje a través de la música, conectando con las emociones y experiencias compartidas entre ellos y la audiencia. Por otro lado, los oradores efectivos seleccionan y presentan el contenido de manera atractiva y significativa, permitiendo que el público se enriquezca con las ideas y enseñanzas de otros.
En ambos casos, la verdadera admiración y aprecio se construyen cuando el público se siente inspirado, transformado y enriquecido por el contenido compartido. Tanto la música como las palabras tienen un impacto poderoso en nuestras emociones, pensamientos y experiencias. Los conciertos y las conferencias se convierten en espacios donde se crea una experiencia colectiva, permitiendo que cada individuo se conecte con sus propias vivencias y las de quienes le rodean.
Es esencial que nosotros (si somos músicos, instructores o tengamos que dar algún mensaje a otros) nuestro valor no radica únicamente en su presencia o habilidades individuales, sino en su capacidad para transmitir de manera efectiva el contenido y las ideas que provienen de otros músicos, sabios, filósofos o expertos en la materia. Nuestra tarea principal es facilitar la conexión y el aprendizaje en la audiencia, permitiendo que cada individuo se enriquezca con el arte, conocimiento o la sabiduría compartida.
En palabras del psicólogo Albert Mehrabian: "La efectividad de la comunicación no se mide por la habilidad del orador para hablar, sino por la capacidad del oyente para entender". Esta cita nos recuerda que el enfoque central debe estar en la comprensión y el aprendizaje del público, tanto en el contexto de la música como en el de la oratoria. La verdadera admiración se construye cuando el público se siente inspirado y transformado por el contenido y las ideas compartidas.
Asimismo, el psicólogo Carl Rogers afirmó: "El único hombre educado es el que ha aprendido a aprender, a cambiar de manera continua y a aprender de manera constructiva". Esta cita nos invita a reconocer que nos convertimos en facilitadores del aprendizaje y el crecimiento personal en la audiencia. Al nutrirse del conocimiento y la sabiduría de otros, se convierten en catalizadores para el cambio y el desarrollo de aquellos que les escuchan.
Para evitar creernos superiores o especiales es un proceso importante para fomentar una actitud más humilde y auténtica. Aquí hay algunas estrategias sobre cómo abordar este aspecto:
- Cultivar la conciencia de sí mismo: Es fundamental desarrollar una conciencia profunda de quiénes somos y cómo nuestro trabajo impacta a los demás. Esto implica reconocer que nuestro talento o habilidades no nos hacen superiores a los demás, sino que son un medio para comunicar y conectar con el público.
- Practicar la gratitud y la humildad: Fomentar la gratitud por las oportunidades y el talento recibido ayuda a mantener una perspectiva más equilibrada. Reconocer la contribución de otras personas, como el público, los mentores o los colegas, puede ayudarnos a contrarrestar el sentido de superioridad y fomentar la humildad.
- Valorar la retroalimentación constructiva: Aceptar y aprovechar la retroalimentación constructiva es esencial para el crecimiento personal y profesional. El artista, oradores, instructor, conferencista, etc. debe estar dispuesto a escuchar opiniones y críticas, ya que esto nos permite mejorar y aprender de los demás. Reconocer que siempre hay espacio para crecer y aprender es clave para mantener el ego en equilibrio.
- Enfocarse en el propósito y en el impacto en los demás: Recordar constantemente que el propósito principal del arte y la oratoria es transmitir un mensaje significativo y generar un impacto positivo en el público puede ayudar a mantener la perspectiva adecuada. Centrarse en el valor que se ofrece y en cómo se puede enriquecer la vida de los demás, en lugar de buscar la validación personal, es esencial para mantener el ego en equilibrio.
- Practicar la empatía y la conexión genuina: Cultivar la empatía hacia el público y buscar una conexión genuina con ellos puede ayuda a recordar que estamos aquí para servir y compartir, en lugar de buscar la adoración o el aplauso. Esto implica escuchar y comprender las necesidades, los deseos y las experiencias de la audiencia, y adaptarse a ellas de manera auténtica.
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